Sobre los niños, la pesca y el desarrollo personal.

Léelo en: Inglés

Sobre los niños, la pesca y el desarrollo personal.

Todavía recuerdo mi primer día de pesca en el mar con mi padre.

Nunca olvidaré la primera vez que vi el océano. Era una fría mañana de invierno, y recuerdo que me quedé hipnotizado, inmóvil, mirando el poderoso rugido de las olas estrellándose contra la orilla y desapareciendo en una neblina fantasmal. Era como si el océano tuviera vida propia, un ser grande y poderoso, como un Dios que nos contemplase desde una realidad aparte. Esa visión cambió mi vida para siempre, aunque probablemente nunca sabré si fue para bien o para mal, condenándome a una perpetua búsqueda de la libertad. Desde ese día, el agua ha sido una necesidad obsesiva. El agua simboliza el estanque purificador de la redención, pero también la voluntad indómita de la naturaleza, el movimiento perenne, el camino eterno a la libertad… ¡un canto rodado no acumula musgo!

Después de pasar los primeros 6 años de mi vida en un país sin litoral de Europa del Este, en 1979 mis padres decidieron mudarse a Occidente. Después de un largo viaje en un viejo Peugeot 504 familiar a través de una Europa aun dividida, y tras cortas estancias en Francia y Madrid, a principios de septiembre nos instalamos en la costa atlántica noroeste de España, donde pronto nos mudamos a un apartamento justo en frente de la playa, donde podía contemplar el océano desde mi ventana.

Vezendi - Niños buscando en los charcos de la marea baja estrellas de mar

Una estrella de mar caída de Andrómeda – Vezendi

Después de unas semanas, un día mi padre me llevó a una playa rocosa cerca de nuestra casa, equipado con una larga caña de bambú con un sedal y un anzuelo. Estaba lleno de emoción, y cuando sentí que los primeros peces tiraban del cebo, instintivamente pegué un tirón a la caña, tan fuerte que perdí el equilibrio y me caí en un charco detrás de mí, con el correspondiente moratón en el trasero. Huelga decir que no había nada en el anzuelo, en cambio yo estaba mojado y me dolía el trasero, pero la sensación de un pez mordiqueando el cebo era como una promesa de algo grande: la posibilidad de atrapar peces se había vuelto lo suficientemente real como para alimentar el deseo de volverlo a intentar, de pescar más y más… deseo que hoy, 40 años más tarde, sigue tan vivo como entonces.

Mi padre me enseñó a pescar tan pronto como pude sostener una vara en mi mano, y el juego rápidamente se convirtió en una pasión que nunca me ha dejado desde aquel día. He estado pescando en todo el mundo durante los últimos 40 años, en todo tipo de aguas, con todo tipo de artes, todo tipo de peces.

Pesca en Florida.

Lleve a sus hijos a pescar: van a coger recuerdos maravillosos de por vida! Vezendi

Esta pasión no sólo llenó mis días y noches de alegría, sino que, lo que es más importante, también me ayudó a superar algunos de los momentos más críticos de mi vida. La pesca es mi refugio seguro, un refugio de paz que siempre ha estado ahí cuando lo necesitaba, cada vez que tenía que salir de la locura cotidiana para recuperar mi propia tranquilidad… y a veces para recobrar la cordura. Además, estoy profundamente convencido de que la pesca fue sumamente beneficiosa para mi desarrollo físico e intelectual durante mi infancia.

En aquellos años sólo había unos pocos tipos de aparejos disponibles en la tienda de artículos de pesca del barrio, si quería algo nuevo o diferente, tenía que inventarlo y crearlo yo mismo.

Recuerdo que aproveché todas las basuras imaginables a mi alrededor para crear señuelos improvisados, utilicé pernos oxidados de la chatarrería local, medias rotas para atar cebo suelto, redes de naranjas del supermercado para atrapar cangrejos y camarones… Hoy en día, en este mundo globalizado la mayoría de nosotros tenemos el problema opuesto: demasiadas opciones, demasiadas cosas para elegir, tantas, que a menudo nos hace sentir abrumados, perdidos.

Más importante aún, cuando podemos obtener casi cualquier cosa que queramos con sólo eligirla en la pantalla, haciendo clic en el botón «comprar» e introduciendo unos 16 números, no estamos obligados a utilizar nuestra creatividad e ingenio, que poco a poco dejarán de desarrollarse y comenzarán a atrofiarse, como todo lo que no se utiliza. La razón es simple: nuestro presupuesto de energía es limitado, y nuestra mente subconsciente dejará de dirigir energía a partes de nuestro cuerpo, incluyendo nuestro cerebro, que no usamos. La última vez que me rompí el brazo izquierdo, lo tuve inmovilizado en un yeso durante 60 días. Cuando me lo quitaron mi antebrazo parecía un palillo de dientes: ¡no quedaba nada de músculo!

Recuerda, si no lo usas, ¡lo pierdes!

Tener que arreglarselas con lo poco que estaba disponible, y con mucho ingenio, en lugar de poder obtenerlo fácilmente en una tienda, me obligaba a desarrollar mi creatividad, y es este un valor que en lo sucesivo me ayudaría en diferentes situaciones difíciles a lo largo de mi vida. Supongo que de esta época viene la convicción de que todo es posible, de que no hay problemas, sólo soluciones, y de que todo reto es una oportunidad… y todo eso probablemente gracias a esos primeros años de pesca.

Estoy profundamente agradecido por todos los fantásticos días de pesca que sembraron mi vida de alegrías y que nunca olvidaré, pero si tuviera que elegir uno en particular: sin duda mi elección sería el día en que cada uno de mis hijos atrapó su primer pez, quizá en una playa desierta en algún lugar de la costa del Golfo en Florida, o quizá en las salvajes costas de la Columbia Británica.

Playa rocosa en la costa atlántica - España

¡Si no puedes verlos, no los atraparás! – Vezendi

Por supuesto, este principio se aplica a cualquier habilidad que uno tenga, no sólo a la pesca, y es algo que ha vivido prácticamente toda mi generación. Bailar, tocar la guitarra, reparar coches viejos, o cualquier otro trasto… cualquier actividad que requiera creatividad y habilidad. Os animo a todos a transmitir vuestra pasión a vuestros hijos, porque eso es lo mejor que podéis darles: ¡un propósito para la vida y una fuente de felicidad para toda su existencia! Y lo necesitan ahora más que nunca, porque el mundo ha cambiado mucho en los últimos 40 años. Yo, como toda mi generación, pasé la mayor parte de mi infancia jugando al aire libre, pescando, corriendo, haciendo senderismo, nadando, patinando, haciendo surf…

Ahora la mayoría de los niños y adolescentes viven en el mundo virtual: tienen amigos virtuales, persiguen insectos virtuales, plantan árboles virtuales, y en lugar de atrapar peces, todo lo que capturan son Pokemons, o quién sabe qué.

A las grandes empresas de alta tecnología les sobra el dinero para pagar estudios que mostrarán lo que ellos quieran demostrar: nos seguirán diciendo que vivir detrás de una pantalla no es malo, que desarrolla nuestra inteligencia, y así sucesivamente. El lector juzgará por sí mismo, pero cuando veo a mi hija con sus compañeros de escuela, puede que ella no sepa usar un teléfono inteligente, y mucho menos una tableta (en casa nunca tuvimos ni lo uno, ni lo otro), pero ella se mueve rápido, es extremadamente hábil con sus manos, no tiene miedo de cosas nuevas, y, lo que es más importante, siempre sabe lo que quiere (escribiré sobre la importancia de saber qué es lo que quieres en la vida en un próximo post… muchas personas sienten que quieren algo, pero no tienen idea de qué).

This slideshow requires JavaScript.

Así que mis últimas palabras para hoy son: ¡comparte tu experiencia! Ya sea la pesca, el fútbol, la danza, tocar la guitarra, hacer ganchillo o cualquier otra habilidad que tengas -no importa cuán profunda o superficial sea- es un activo, un valor que vale la pena transmitir a las nuevas generaciones.

Tus hijos pronto olvidarán el último juguete que les regalaste, pero siempre recordarán cada día que los llevaste a pescar, al monte, a andar en bici… cada hora en la orilla, cada momento luchando contra un pez. ¡Siempre!

Cuídate y nunca olvides disfrutar a fondo todos los días de tu vida: cada uno puede que sea el último, ¡y es el único que realmente tienes! El resto es sólo una ilusión.

¡Disfruta la vida! ¡Sé feliz! ¡Aprovecha! Eso es todo lo que tienes.

Vezendi